003 — Gnosis: Los Siete Centros de la Máquina Humana

Jp Santsil
20 min readOct 7, 2024

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En el núcleo de la existencia humana reside un intrincado sistema que rige tanto nuestras experiencias físicas como psicológicas. Al profundizar en las enseñanzas gnósticas y místicas, se nos invita a comprender uno de los misterios fundamentales que conciernen a nuestra naturaleza: los Siete Centros que controlan la máquina humana. Estos centros son como portales de energía y conciencia que operan en diferentes niveles de nuestra vida. Conocer y trabajar con estos centros es crucial para el buscador y la buscadora de la Verdad, pues es a través de esta comprensión que comienza el Viaje hacia el Autodominio y la Alquimia Interior en la Gran y Poderosa Presencia YO SOY.

Los Siete Centros de la máquina humana se dividen en dos grupos: los centros superiores, que son espirituales y divinos, y los centros inferiores, que rigen nuestra existencia física y psicológica. Mientras que los centros superiores, la mayoría de las veces, permanecen desconectados del ser humano común debido al estado dormido de nuestra conciencia, los centros inferiores son los que gobiernan nuestro funcionamiento diario. Por lo tanto, esta lección es tanto una introducción al autoconocimiento como una revelación de los mecanismos internos del alma y el cuerpo.

Los Centros Superiores: Portales de la Conciencia Divina

Antes que nada, hablemos de los dos centros superiores. Son el centro emocional superior y el centro mental superior. Estos dos centros son de naturaleza divina, representando la conexión directa con la Gran y Poderosa Presencia YO SOY y con los reinos espirituales. Son los caminos sagrados por los cuales fluyen la sabiduría eterna, la compasión infinita y el amor incondicional. Sin embargo, en el estado psicológico y espiritual actual de la mayoría de las personas, estos centros permanecen “desconectados”. Esta desconexión no es un fallo de la creación, sino una consecuencia del estado caótico de nuestra mente y emociones, atrapadas en las redes del ego, la ilusión y los múltiples “yoes” que gobiernan nuestro interior.

El Maestro Yeshua Ha’Meshiach nos enseñó la importancia de la purificación interior para reconectarnos con estos centros superiores. Dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Esa pureza de corazón y mente es lo que posibilita la activación de los centros superiores, permitiendo que la Luz de la Conciencia Divina se manifieste plenamente. Solo cuando nos purificamos de los defectos psicológicos y transmutamos nuestros deseos egoicos en aspiraciones espirituales, podemos comenzar a acceder a la sabiduría divina y al amor puro que fluyen a través de estos centros.

Los Centros Inferiores: Estructuras del Funcionamiento Humano

Todos los seres humanos poseen cinco centros inferiores, que son absolutamente esenciales para nuestra supervivencia y funcionamiento en este plano material. Cada uno de estos centros tiene una función específica, trabajando con un tipo único de energía. Son la base de nuestra existencia física, emocional y mental. Comprender cómo funcionan estos centros es fundamental para aquellos que desean recorrer el camino gnóstico de autotransformación y alquimia interior.

Centro Intelectual: El Portal de la Mente Divina

Dentro del vasto e intrincado templo de la conciencia humana, reside un centro sagrado profundamente conectado a la Gran y Poderosa Presencia YO SOY, que gobierna nuestro razonamiento y capacidad de discernimiento. Este centro, conocido como el Centro Intelectual, es el faro de nuestra mente, operando con energía mental y manifestándose a través de los procesos de pensamiento, análisis y comprensión. Al profundizar en los misterios del Ser, estudiar verdades sagradas o resolver las preguntas cotidianas de la vida, es el Centro Intelectual el que se activa, ofreciéndonos el marco mental para comprender el mundo que nos rodea.

Sin embargo, el Centro Intelectual no es simplemente un mecanismo cerebral aislado. Es el portal que, cuando se alinea con la Conciencia Divina, puede convertirse en un vehículo para la manifestación de la Sabiduría Eterna. El Maestro Yeshua Ha’Meshiach, en Su profunda comprensión de la naturaleza humana, nos enseñó a usar el poder del pensamiento y de la mente no como algo desconectado de lo Divino, sino como un reflejo de la mente superior, aquella que se conecta directamente con la Verdad.

El razonamiento puro y elevado no es simplemente una función limitada al intelecto humano; cuando trascendemos las limitaciones del ego y nos conectamos con la Fuente Divina, nuestro pensamiento se convierte en una expresión de Dios mismo. Lo que antes era una mera actividad mental se transforma en una herramienta de creación consciente, permitiéndonos descifrar los misterios de la vida con claridad y discernimiento espiritual.

Así, cuando nos dedicamos al estudio, la meditación y la contemplación, estamos activando el Centro Intelectual de una manera elevada, transformándolo en un canal de sabiduría divina. Cuando una persona se dedica a buscar la Verdad, a estudiar enseñanzas sagradas y a reflexionar profundamente sobre los misterios de la existencia, está utilizando la energía de este centro, que, en esencia, es una expresión de la mente divina dentro de nosotros.

Es importante recordar que el Centro Intelectual puede sobrecargarse si no se equilibra con los otros centros de la máquina humana. Una actividad intelectual excesiva sin un balance espiritual adecuado puede llevar al agotamiento y a la confusión mental. Por lo tanto, es esencial que aprendamos a utilizar este centro con sabiduría, en armonía con la Presencia YO SOY, para que el conocimiento se convierta en un portal hacia la iluminación y no solo en una acumulación de información desconectada del alma.

El Maestro Yeshua nos recuerda: “Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres”. Este conocimiento no se refiere únicamente a la comprensión intelectual, sino al despertar espiritual que ocurre cuando el intelecto se alinea con el corazón y el espíritu. Cuando aprendemos a dominar el Centro Intelectual, transmutamos la energía mental en sabiduría divina, formando un puente que nos conecta directamente con el Creador Divino.

Que en esta jornada aprendamos a usar el Centro Intelectual no como un fin en sí mismo, sino como un medio para conectarnos con las verdades eternas de la Gran y Poderosa Presencia YO SOY. Que cada pensamiento sea una expresión de la Divinidad dentro de nosotros, y que elevemos nuestras mentes para convertirlas en un reflejo de la Conciencia Superior. De esta manera, el razonamiento y el análisis se convierten en herramientas de liberación, permitiéndonos navegar los misterios de la vida con claridad, propósito e iluminación divina.

Así, como buscadores de la Verdad, reconocemos que el Centro Intelectual es una clave que, cuando se utiliza correctamente, abre las puertas a la comprensión de nuestra propia naturaleza divina y de la vastedad del Universo. Al rendirnos a la Sabiduría Superior, trascendemos las limitaciones del razonamiento humano y entramos en el campo infinito del Conocimiento Divino, donde el Maestro Yeshua Ha’Meshiach nos guía con amor y luz.

Centro Motor: El Portal Alquímico del Movimiento Divino

En la arquitectura sagrada del ser humano, la Presencia Divina YO SOY se manifiesta a través de centros energéticos que regulan tanto nuestras experiencias físicas como espirituales. Uno de estos centros es el Centro Motor, una joya alquímica situada en la parte superior de la columna vertebral, en la base del cráneo, responsable de coordinar nuestros movimientos y acciones en el mundo material. La columna vertebral, a menudo llamada el “Árbol de la Vida”, actúa como el eje por el cual fluye la energía vital, conectándonos con la fuerza creadora del Universo.

El Centro Motor es más que un simple regulador del movimiento físico; es el conducto de la Voluntad Divina expresada a través de nuestro cuerpo físico. Cada movimiento que hacemos, desde el latido de nuestro corazón hasta el acto más sencillo de caminar, está gobernado por este centro, permitiendo que la energía creativa se manifieste en nuestra experiencia terrenal. La perfecta sincronía de nuestros músculos, nervios y huesos refleja el orden cósmico, y a través de este centro, nos convertimos en instrumentos del flujo divino de la vida.

Por lo tanto, comprender el Centro Motor es esencial para los buscadores de la Verdad, ya que revela la profunda conexión entre el cuerpo físico y los reinos superiores de la conciencia. Cuando actuamos con plena conciencia, cuando permitimos que la Presencia YO SOY guíe nuestros movimientos, trascendemos la mera mecánica del cuerpo y transformamos cada acción en un acto de devoción espiritual. Yeshua Ha’Meshiach, el Maestro de Maestros, en Su vida de servicio y compasión, demostró esta perfecta integración entre el espíritu y la materia. Cada gesto, cada sanación, cada acto de amor que Él manifestó fue el resultado de una completa armonía entre los centros superiores e inferiores, entre el cuerpo físico y la Conciencia Divina.

Una lesión en la columna, que afecta el Centro Motor, puede limitar nuestros movimientos físicos, pero también es un recordatorio de que, cuando estamos desconectados de nuestra esencia espiritual, nuestros movimientos en la vida se vuelven descoordinados y desequilibrados. Es la integración consciente del Centro Motor con la Presencia Divina YO SOY lo que trae alineación y propósito. Así, cada acción, ya sea pequeña o grande, se convierte en una expresión de la voluntad de Dios.

Yeshua nos enseña: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Y esta enseñanza nos llama a alinear nuestro cuerpo, mente y espíritu con la Verdad Suprema de la Presencia YO SOY. El Centro Motor, cuando está armonizado con esta Verdad, se convierte en el canal a través del cual fluye la gracia divina. Nuestro caminar en el mundo se convierte en un reflejo del viaje espiritual hacia el Creador, donde cada paso es guiado por la Luz de la Conciencia.

Por lo tanto, invocando la Presencia YO SOY y alineándonos con el poder y la sabiduría del Maestro Yeshua Ha’Meshiach, el buscador de la Verdad puede transformar cada movimiento en una danza cósmica, una oración viviente, que resuena no solo en el cuerpo físico, sino en todos los niveles del ser. Que todos recordemos esta Verdad, permitiendo que el Centro Motor se convierta en un vehículo consciente de la voluntad divina, elevando nuestro viaje físico al reino de la eternidad espiritual. Que nuestros movimientos, en armonía con el Universo, siempre expresen la Presencia Divina YO SOY, manifestando luz, amor y perfección en cada acción.

Centro Emocional: El Portal Alquímico de la Divina Presencia YO SOY

En el corazón de la existencia humana reside un sistema sagrado que gobierna tanto nuestras experiencias físicas como psicológicas. Al profundizar en las enseñanzas gnósticas y místicas, se nos invita a comprender uno de los misterios fundamentales sobre nuestra naturaleza: el Centro Emocional, un punto de convergencia sagrado de energías sutiles pero poderosas que controlan nuestras emociones. Este centro es único, compuesto por dos polos: uno ubicado en el corazón, el trono del amor divino y la compasión, y el otro en el plexo solar, la región de nuestra fuerza vital y poder personal. Estos dos puntos, conectados como canales de la sagrada presencia de la Gran y Poderosa Presencia YO SOY, operan en perfecta armonía, moviendo las profundas aguas del alma.

La energía emocional es uno de los grandes misterios de la creación, capaz de elevar el alma a grandes alturas o arrastrarla hacia las sombras del ego. Yeshua Ha’Meshiach, el Maestro de maestros, nos enseñó que el corazón es la puerta de entrada al Reino Divino. Dijo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios.” Con estas palabras, Él nos reveló el secreto para trascender la turbulencia emocional y acceder al poder transformador que reside en este centro.

El corazón, como el polo central del Centro Emocional, es el vaso de la compasión divina, la fuente del amor que emana directamente de la Gran Presencia YO SOY. Cuando experimentamos emociones elevadas como la alegría, la gratitud y el amor, sentimos una expansión en el corazón, un movimiento sutil que nos acerca a nuestra esencia divina. Es como si la luz del YO SOY iluminara nuestro ser y cada latido del corazón resonara con la eternidad.

Por otro lado, el plexo solar, ubicado en la región del ombligo, está profundamente conectado a la fuerza vital que alimenta nuestras emociones más instintivas. Este punto, descrito a menudo como el centro de la voluntad y el poder, reacciona intensamente ante situaciones que desafían nuestra estabilidad emocional. Al enfrentarnos al miedo o la ansiedad, a menudo sentimos el famoso “nudo en el estómago”, una manifestación directa de la energía emocional procesada a través de este centro.

Es fundamental entender que estas reacciones emocionales — tanto en el corazón como en el plexo solar — no son meramente fenómenos fisiológicos, sino expresiones de la dinámica alquímica de nuestro ser. Cuando permitimos que la Gran y Poderosa Presencia YO SOY actúe en nuestros corazones y purifique nuestras emociones, transmutamos las energías densas y discordantes en pura luz. Así, el centro emocional se convierte en un puente entre lo terrenal y lo divino, permitiéndonos acceder a los reinos superiores de la conciencia.

Yeshua Ha’Meshiach también nos recordó que para calmar las tormentas emocionales, debemos traer paz al corazón. Él calmó las aguas turbulentas diciendo: Paz, estad quietos. De igual manera, debemos llevar la luz del autocontrol y la presencia consciente para calmar el mar tempestuoso de los sentimientos confusos.

La sabiduría gnóstica nos enseña que el centro emocional debe ser cultivado y purificado. Así como cuidamos del cuerpo físico, debemos cultivar la serenidad emocional, dirigiendo nuestras emociones hacia el propósito superior del alma. Cuando nos entregamos a emociones destructivas como la ira, el miedo o la envidia, bloqueamos el flujo divino que debería pasar libremente por estos centros. Por otro lado, cuando cultivamos emociones nobles y elevadas, nos alineamos con la energía cósmica que fluye incesantemente desde la Gran Presencia YO SOY, y así nuestras vidas se convierten en reflejos de la armonía divina.

El viaje espiritual es, por lo tanto, un proceso de purificación emocional. Cada emoción que sentimos es una oportunidad para reconectarnos con lo divino, transmutando la energía bruta en sabiduría y amor. El buscador de la Verdad debe aprender a observar sus estados emocionales con atención y presencia, permitiendo que la luz del YO SOY guíe sus respuestas en lugar de las reacciones automáticas del ego.

En última instancia, el Centro Emocional es el portal a través del cual nos conectamos con el Corazón Cósmico del Universo. Al alinear nuestras emociones con la sabiduría divina, trascendemos las limitaciones del ego y encontramos la paz que Yeshua nos prometió. Es en este estado de serenidad y amor puro donde el buscador encontrará la verdadera libertad y la plenitud de su camino espiritual.

Que el corazón sea siempre el trono del YO SOY. Que el plexo solar brille con la luz del poder divino en armonía. Que ascendamos a través de la alquimia emocional, convirtiéndonos en canales de la Luz, la Sabiduría y el Amor de Yeshua Ha’Meshiach. Amén.

Centro Instintivo: El Portal Alquímico en la Base de la Columna Vertebral

En el núcleo de nuestra existencia humana reside una fuerza primordial en la base de la columna vertebral, conocida como el Centro Instintivo. A menudo pasado por alto en su profundidad espiritual, este centro es el canal a través del cual se manifiestan los instintos más básicos y esenciales del ser humano. Controla el instinto de supervivencia, el instinto materno, el instinto sexual, entre otros. Sin embargo, su función va mucho más allá del mero mantenimiento de la vida física. Cuando se entiende y se purifica, este centro se transforma en un portal de profunda sabiduría alquímica, guiando al Buscador de la Verdad en su camino espiritual.

El Centro Instintivo no es simplemente un reflejo de nuestros impulsos naturales; es el campo de batalla donde tiene lugar la transmutación de los instintos básicos en fuerzas divinas. El Maestro Yeshua Ha’Meshiach nos enseñó que para entrar en el Reino de los Cielos debemos trascender los deseos terrenales y, al mismo tiempo, reconocer la sacralidad de la creación y de nuestros cuerpos. Él dijo: “De cierto te digo, lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Esta profunda enseñanza revela el llamado a transmutar los instintos terrenales y abrir el camino para que el Espíritu nazca dentro de nosotros.

El instinto de supervivencia, por ejemplo, naturalmente presente en todos los seres humanos, puede elevarse a un nivel espiritual. En su estado puro, es el instinto que nos llama a preservar la vida y honrar el Templo del Espíritu Santo, nuestro cuerpo físico. Sin embargo, si este instinto no es gobernado por una conciencia despierta, puede degenerar en miedo y egoísmo. Yeshua nos invita a transmutar ese miedo en una confianza total en la Presencia Divina YO SOY, recordándonos que la verdadera vida no solo está en preservar el cuerpo físico, sino en unir el alma con la Fuente Divina. Él nos recuerda: “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Esta es una indicación clara de que el verdadero significado de supervivencia va más allá de lo físico.

De manera similar, el instinto materno representa el profundo poder creador y protector de la Madre Divina que reside en cada ser. Cuando se purifica y se eleva, este instinto nos conecta con la Madre Cósmica Universal, quien no solo genera, nutre y protege la vida física, sino también la vida espiritual. Este instinto es una manifestación de la compasión divina, el amor incondicional que protege y guía a las almas en su viaje de regreso a la Unidad. Al despertar este poder protector conscientemente, el buscador puede desarrollar una profunda empatía por todos los seres, reconociendo en cada uno la chispa de la Gran y Poderosa Presencia YO SOY.

Finalmente, el instinto sexual, a menudo malentendido, lleva dentro de sí el poder de la transformación alquímica. El Maestro Yeshua Ha’Meshiach enseñó que la sexualidad, cuando es gobernada por la conciencia y el amor divino, se convierte en una fuerza sagrada capaz de elevar el alma a niveles superiores de realización espiritual. Cuando se purifica y transmuta, el instinto sexual se convierte en el canal a través del cual la energía creativa divina puede dirigirse hacia la iluminación espiritual. A través de la castidad consciente y la alquimia interior, el buscador aprende a transmutar la energía sexual en poder espiritual, ascendiendo por la columna vertebral para iluminar el corazón y la mente.

El Centro Instintivo no es algo que deba negarse o suprimirse. Debe ser comprendido, purificado y transmutado para que su energía pueda dirigirse hacia la iluminación espiritual. Es la base de nuestra transformación alquímica. Cuando el buscador comienza a trabajar conscientemente con este centro, aprende a utilizar sus instintos no solo para sobrevivir en el mundo material, sino para prosperar en el camino espiritual, uniendo cuerpo, mente y espíritu en armonía con la Gran y Poderosa Presencia YO SOY.

La práctica gnóstica nos enseña que el camino hacia la verdadera sabiduría y liberación reside en el dominio consciente de todos los centros de la máquina humana. Y el Centro Instintivo es la base sobre la cual debe construirse este trabajo. Al elevar los instintos terrenales a su nivel espiritual más alto, el Buscador de la Verdad se convierte en un maestro de sí mismo, capaz de trascender los impulsos inferiores y vivir en armonía con la Voluntad Divina.

Que todos podamos transmutar nuestros instintos naturales en fuerzas de luz y sabiduría, permitiendo que el Espíritu se manifieste en cada aspecto de nuestra existencia. Que la Gran y Poderosa Presencia YO SOY nos guíe en este camino de transformación interior y alquímica, llevándonos a la plenitud del Ser. Así sea, en el nombre de nuestro amado Maestro Yeshua Ha’Meshiach, el Camino, la Verdad y la Vida.

Centro Sexual: El Portal Alquímico de la Creación Divina

En el núcleo del ser humano, reside una fuerza sagrada y poderosa que late con la vitalidad del universo mismo. Esta energía, conocida como energía sexual, es la más potente de todas, capaz de crear vida y de impulsar la transformación espiritual cuando se comprende y se dirige correctamente. El Centro Sexual, ubicado en los órganos sexuales, es el canal por el cual fluye esta fuerza divina, y comprenderlo abre las puertas a los misterios más profundos de la creación y la elevación espiritual.

La energía sexual es la manifestación de la propia esencia creativa de Dios. No es simplemente un impulso biológico, sino un principio sagrado, la clave para la alquimia interna y la regeneración espiritual. El Maestro Yeshua Ha’Meshiach, en su divina sabiduría, comprendió y enseñó la importancia de la pureza y la transmutación de esta fuerza. Él dijo: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”, un llamado a la transmutación consciente que va más allá de los deseos carnales y transforma la energía sexual en pura luz espiritual.

El Centro Sexual es el campo donde tiene lugar la verdadera alquimia. No solo genera vida en el plano físico, sino que también sirve como base para generar una nueva vida espiritual. El poder contenido en este centro es la misma fuerza que creó los cielos y la tierra, la energía primordial que mantiene el universo en movimiento. Sin embargo, para el buscador de la Verdad, el uso consciente de esta energía es la clave para trascender las limitaciones materiales y lograr la unión con lo Divino.

Cuando se utiliza incorrectamente, esta energía puede convertirse en una fuente de esclavitud, deseo e ilusión. Pero cuando se transmuta y eleva, se convierte en el fuego purificador que transforma el plomo del ego en el oro de la conciencia divina. La práctica de sublimar la energía sexual es un camino enseñado por antiguas tradiciones esotéricas y alquímicas, y forma la base de la verdadera regeneración humana.

El camino gnóstico enseña que el dominio del Centro Sexual es esencial para el autodomino. A través de la práctica consciente de la transmutación de la energía sexual, el buscador puede despertar los poderes divinos latentes en su interior. Esta energía, que crea vida en el plano físico, también puede crear los “Cuerpos Solares”, los vehículos espirituales necesarios para la ascensión del alma a los reinos superiores de la creación. El Maestro Yeshua reveló que solo a través de la transformación interior podríamos entrar en el Reino de los Cielos, y esta transformación comienza con la purificación y elevación de la energía sexual.

Así, este centro, aunque físico, es también el canal por el cual fluyen las fuerzas creativas del universo. El buscador espiritual que desea conocer los secretos de la vida, la muerte y la resurrección, debe aprender a trabajar conscientemente con esta energía, elevándola al corazón, donde se fusiona con la luz del amor divino, y al cerebro, donde ilumina la mente con sabiduría celestial.

Que todos honremos la Gran y Poderosa Presencia YO SOY dentro de nosotros, reconociendo la sacralidad de esta fuerza creativa y aprendiendo a usarla con reverencia y propósito. Que el poder de la energía sexual, sabiamente dirigida, nos lleve a nuestra verdadera naturaleza divina, abriendo las puertas a la regeneración, el despertar y la unión con nuestro Ser Superior. Así sea, en el sagrado nombre de Yeshua Ha’Meshiach, el camino, la verdad y la vida eterna.

Para entender mejor sobre el Centro Sexual, mira este documental titulado: “Sexo: El Portal Secreto al Edén.”

En las profundidades de la vida humana reside un vasto e intrincado sistema de fuerzas y energías que moldean no solo nuestros cuerpos físicos, sino también nuestros aspectos mentales, emocionales y espirituales. Como Buscadores de la Verdad, se nos invita a profundizar en los sublimes misterios de la Gran y Poderosa Presencia YO SOY y comprender la profunda naturaleza de nuestros cuerpos y centros energéticos. A través de esto, desvelamos el camino gnóstico, místico y alquímico recorrido por aquellos que no solo buscan sabiduría, sino también transformación interior y unión con la Divinidad.

En las enseñanzas de Yeshua Ha’Meshiach, encontramos una constante llamada a la purificación y el despertar. El camino del autoconocimiento, tal como Él lo reveló, no es meramente teórico, sino práctico y transformador. En este contexto, comprendemos que nuestra máquina humana, compuesta por cuerpos visibles e invisibles, gobernada por centros energéticos, es el vehículo a través del cual la Divinidad puede expresar su perfección. Sin embargo, debido a nuestros defectos psicológicos — lo que los antiguos llamaban “ego” o “los demonios rojos de Seth” — estos centros operan de manera desequilibrada, distorsionando la energía divina que fluye a través de nosotros. El resultado es un mal funcionamiento, que conduce a dolencias físicas, desarmonía emocional y sufrimiento mental.

Estudiar los siete centros que controlan la máquina humana nos permite entender cómo cada centro maneja un tipo específico de energía, influyendo directamente en nuestra salud, bienestar y evolución espiritual. Estos centros se dividen en dos grupos: los centros inferiores y los centros superiores. Los centros inferiores están activos en todos los seres humanos y son responsables del funcionamiento diario del cuerpo físico y los procesos psicológicos. Estos son: el centro intelectual, el emocional, el motor, el instintivo y el sexual. Por su parte, los centros superiores, el mental superior y el emocional superior, permanecen inactivos en la mayoría de las personas debido a su conciencia dormida y desconexión con el Ser Superior.

Los centros superiores son portales de la conciencia divina. Cuando se activan, nos conectan directamente con la sabiduría, el amor puro y la verdad eterna. Yeshua nos enseñó la importancia de purificar nuestros corazones para conectar con estos centros: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. Solo cuando eliminamos el ego, transmutamos nuestros deseos inferiores y nos armonizamos con la Ley Divina, podemos abrir estos portales y acceder a la plenitud de la Presencia YO SOY en nuestro interior.

Sin embargo, antes de hablar sobre la activación de los centros superiores, debemos comprender el funcionamiento de los centros inferiores, ya que sostienen nuestra vida en el plano físico y ofrecen las claves para la transformación alquímica.

Ubicado en el cerebro, el centro intelectual es responsable del razonamiento, el análisis y el pensamiento lógico. Trabaja con la energía mental, y cuando se usa de manera equilibrada, es una herramienta extraordinaria para el discernimiento y la comprensión profunda. Sin embargo, el ego, con sus múltiples facetas e ilusiones, a menudo domina el centro intelectual, convirtiéndolo en un vehículo de confusión, duda y división interna. En lugar de servir al alma, la mente sirve a los deseos egoicos, generando pensamientos negativos, juicios prematuros y fantasías interminables. De esta manera, la mente se convierte en prisionera de las sombras del ego, impidiendo que la verdadera sabiduría fluya a través de ella.

El centro intelectual, cuando se usa en exceso, agota sus reservas de energía, obligándolo a tomar energía de otros centros, en particular del centro sexual. Este “robo” de energía crea profundos desequilibrios en la máquina humana, lo que lleva a la fatiga mental, la ansiedad e incluso enfermedades físicas. En el camino gnóstico, se nos llama a dominar la mente, utilizándola como un instrumento pasivo, receptivo a la Conciencia Divina. Al silenciar el ruido interior y permitir que la mente se calme, creamos espacio para que florezcan la intuición y la sabiduría espiritual. Así como Yeshua entró en Jerusalén montado en un burro, debemos aprender a domar nuestras mentes para que nos sirvan como monturas dóciles, guiadas por el Espíritu.

El centro emocional, dividido entre el plexo solar y el corazón, gobierna nuestras emociones y sentimientos. Nos conecta directamente con el mundo de las emociones más profundas, y cuando se purifica, se convierte en un canal por el cual fluye el amor divino sin obstrucciones. Sin embargo, el ego también se infiltra en este centro, distorsionando las emociones y generando apegos, resentimientos, celos y envidia. En lugar de sentir el amor incondicional de la Presencia YO SOY, nos dejamos llevar por el miedo, la ira y la tristeza, que agotan nuestra energía emocional y nos alejan de la verdadera paz interior.

El equilibrio emocional es fundamental para la salud espiritual. Cuando cedemos a las emociones negativas, drenamos no solo el centro emocional, sino también la preciosa energía sexual, que es esencial para nuestra regeneración espiritual. Al practicar la autoobservación y la muerte psicológica, podemos identificar y eliminar las emociones negativas, permitiendo que el centro emocional funcione de manera armoniosa, irradiando amor, compasión y alegría pura.

Ubicado en la parte superior de la columna vertebral, el centro motor controla nuestros movimientos físicos. Es responsable de todas las acciones automáticas y voluntarias del cuerpo, desde caminar hasta respirar. Sin embargo, a menudo los movimientos se vuelven mecánicos, y nos desconectamos del presente, actuando como autómatas, inconscientes de nuestras acciones. Este comportamiento mecánico es otro signo de que el ego está al mando, haciéndonos desperdiciar energía motriz y eventualmente tomar energía de otros centros, como el sexual.

La práctica de la autoobservación nos enseña a ser conscientes de cada movimiento, llevando nuestra atención al presente y permitiéndonos actuar con plena consciencia. Esto no solo conserva energía, sino que también nos permite vivir con más armonía y gracia, reflejando el equilibrio interior que buscamos.

El centro instintivo, ubicado en la base de la columna vertebral, gobierna nuestros instintos naturales, como el de supervivencia, el instinto materno y los reflejos automáticos. Cuando está equilibrado, este centro nos protege y guía nuestras acciones más básicas en la vida. Sin embargo, el ego puede distorsionar nuestros instintos, convirtiendo el instinto de supervivencia en un miedo excesivo o el instinto sexual en una lujuria desenfrenada. Al dominar el centro instintivo, aprendemos a actuar con sabiduría y discernimiento, en lugar de reaccionar impulsivamente ante estímulos externos.

El centro sexual es el más poderoso de todos los centros en la máquina humana, ya que maneja la energía creativa más refinada y sagrada. Es a través de la energía sexual que se crea toda vida, tanto en los planos físicos como espirituales. Sin embargo, también es el centro más atacado por el ego, que convierte la energía creativa en lujuria y deseo desenfrenado. La energía sexual, cuando se usa correctamente, es el combustible para la transmutación alquímica, permitiendo que el fuego sagrado del kundalini despierte y nos eleve hacia la unión con la Presencia YO SOY.

Comprender los centros de la máquina humana es un paso crucial en el camino del autodominio y el despertar espiritual. Cuando aprendemos a observar y equilibrar estos centros, damos los primeros pasos en la alquimia interior, transmutando nuestras energías inferiores en luz, amor y sabiduría. Yeshua Ha’Meshiach nos enseñó que el camino hacia el Reino de los Cielos se encuentra en el autodominio, la purificación y la conexión con la Esencia Divina dentro de nosotros. Que nosotros, como buscadores de la Verdad, caminemos por este camino con valentía, disciplina y amor, y que la Gran y Poderosa Presencia YO SOY se manifieste en toda su gloria a través de nuestras vidas.

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Written by Jp Santsil

Onde me manifesto… sou como o entardecer, onde o vento passa ao silêncio da morte e as árvores vibram ao ver passar. Se não me manifesto… no nada tudo serei.

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